domingo, 16 de noviembre de 2008

Feeling Fine

No, no te culpo, todos lo hacemos, todo el tiempo. Aún con los obligados disfraces diarios no podemos disimular aquello que nos mantiene vivos, cuerdos. No podemos ocultar nuestra naturaleza, ¿Cómo podrías hacer a un lado tu humanidad? No sirve de nada negarlo, todos lo sabemos, eres EGOÍSTA. Sí, estimado lector, estoy hablando de tí, pero no te confundas, no te estoy acusando, solo te estoy mostrando parte de tu naturaleza, parte de tí.
No lo niegues, ni siquiera lo razones, solo acéptalo y trágalo como un hecho: la conducta humana está llevada por el egoísmo. No, no me creo Thomas Hobbes, y tampoco niego que las conductas altruistas existan, sí existen, pero son solo una forma menos obvia de egoísmo, de cubrir esa necesidad de sentirte bien contigo mismo, de limpiar y acallar tu conciencia y alcanzar esa paz, ese bienestar espiritual, haciendo sentir mejor a otros y por lo tanto, a tí mismo.
Está en todos lados, en todas las acciones que realizamos, llevandonos de la mano en cada paso que damos, en cada sorbo de agua que bebemos, en cada tanto de aire que respiramos. Así es y siempre ha sido. Si no me crees, observa a la gente a tu alrededor, aquella gente que busca siempre el bienestar propio, el bienestar de su familia, de sus seres queridos; obsérvame a mí, yo también soy solo un humano.
Vives motivado por el deseo de experimentar nuevas sensaciones, de saborear nuevos platillos, de vestir nuevos vestidos, ropas, zapatos; de generar nuevas ideas, de darle vida a momentos maravillosos, de sentirte bien con alguien a tu lado, de despertar nuevas pasiones, de escuchar deliciosas melodías, de sentir placeres, de satisfacer deseos y necesidades, de explotar de alegría, de ser FELIZ; en pocas palabras, vives egoístamente. ¿Por que negarlo? ¿De qué sirve? Es una pérdida de tiempo. Sé egoísta, si no ¿para qué seguir vivo?
Así es estimado lector, sigue mis palabras y empieza a vivir de manera egoísta, a buscar unicamente el bienestar propio, a buscar la felicidad. Dale prioridad a tu cuerpo, a tu mente, a tus sentimientos, dale prioridad a todo lo que para tí es importante, date prioridad a TÍ MISMO. Pasa buenos momentos, acumula buenos recuerdos, para que así, cuando estés en tu lecho de muerte, agonizando, observando con detenimiento tus recuerdos pasar fugazmente frente a tus ojos, como si fuera la mas vívida y brillante de todas las películas; puedas concluir, sin lugar a dudas y a la luz de tan clara evidencia, que tuviste una vida plena y feliz, gozando al máximo con y para los tuyos, siendo feliz y haciendo feliz a muchos otros más, y exclames, sin titubear y con una última sonrisa: "¡CIELOS!...¡ VAYA QUE VIVí UNA BUENA VIDA!"