sábado, 10 de febrero de 2007

No Te Quejes

Yaces tirado en el suelo, con ambas piernas heridas y sangrando de un costado, un mar de gente pasa a tu alrededor pero no voltean a verte, por mas que les pides ayuda ni siquiera parecen notarte, te deshaces a gritos pidiendo auxilio, pero tal parece que no te escuchan. Sigues gritando, pues en tu necedad piensas que te han de escuchar, y de hecho así es, algunos te escuchan, pero ninguno te ayuda, solo te dirigen miradas de compasión; los mas amables se te acercan y te dicen que trates de levantarte, que si lo vas a lograr, pero no te dicen como, solo te dan una idea aunque ni siquiera se dignan a darte una mano. Muestras tus heridas y gimes de dolor, para que noten tu sufrimiento y se compadezcan, pero todos tus esfuerzos parecen inútiles, te quejas y te quejas pero nadie te hace caso. “egoístas” piensas con odio.

Yaces ahí por lo que parece una eternidad, entre ese mar de gente que avanza sin detenerse, gritas y gritas hasta quedar afónico, hasta lastimar tanto tu garganta que ya no puedes hablar. Lloras y lloras por horas, mezclando tus lágrimas con la sangre de tus heridas.

Convencido de que nadie te va a ayudar, te das por vencido y decides morir, consumido por esas heridas que a cada segundo se van agrandando, infectando, ensuciando, haciendo más profundas y dolorosas. En plena agonía escuchas una voz, piensas que estas delirando, pero no es así, pues la cordura es lo único que no te ha abandonado. Esa voz te susurra al oído que rendirse no es una opción, que debes levantarte, que no eres el único herido. Miras a la gente a tu alrededor, a esa gente que camina sin notarte, y cual es tu sorpresa al ver que todos ellos se encuentran heridos, algunos incluso mas que tu. Unos llevan un costado sangrante como el tuyo, otros, cortadas horrendas por todo el cuerpo; pero ninguno parece quejarse. “no se quejan, desde luego, pues no están tirados en el suelo, como yo” piensas. “mira con mas atención” te responde la voz. Al hacerlo te das cuenta que a tu alrededor, en el suelo, yacen mas cuerpos, mas gente; todos ellos heridos al igual que tu, pero ninguno llora, ninguno se queja, todos tratan de levantarse por sus propios métodos, mas gente cae y mas se levanta. “No los había visto” respondes atónito y desde luego que no lo habías hecho ya que estabas demasiado preocupado pidiendo ayuda y quejándote de tu situación que no te diste cuenta que hay mas gente en las mismas. “Y ellos no se quejan”- contesta la voz y prosigue: “Ellos, al igual que tu, también han sido heridos por sus problemas, problemas que incluso son peores que los tuyos, pero en lugar de quejarse y depender de los demás, tratan de resolverlos para poder sanar.”

Reflexionas un momento y te sientes como un mediocre, pues tu egoísmo cegó tu razón. Jamás paso por tu mente que a los demás también los hieren sus problemas, pues, ¿Cómo un herido va a ayudar a otro herido? “Ya basta, es hora de levantarme” piensas. Decidido, apoyas tus manos y tratas de pararte, es difícil pero no imposible, lejano pero no inalcanzable. Después de horas y muchos intentos por fin logras ponerte de pie. Tus piernas heridas se sienten mas fuertes, tu costado sangrante menos ardiente. Estas conciente de que debes luchar, enfrentar tus problemas y sanar las heridas por ellos causadas. Ahora entiendes que es valido pedir ayuda, pues un consejo o un apoyo nunca están de más, pero no debes echarles tus problemas a otras personas, ni las hagas responsables, pues ellos también pueden resultar heridos. Jamás te desesperes y mucho menos te des por vencido, pues ningún problema es imposible de resolver. Y ahora que lo sabes, no te quejes.