domingo, 17 de agosto de 2008

Adios

Así como todo empieza, todo tiene un final, así como todo nace, todo debe morir. Yo sé que no crees en casualidades sino en consecuencias, pero al parecer la fé es algo que no tienes muy presente. Sin duda caerás al mismo abismo donde yo me encuentro ahora, consumido por las plagas que tú ayudaste a engendrar. Aves de carroña, tornasol mental, siempre una sonrisa torcida acrecienta el fuego. Así como resuenan los ecos de aquellos que extraviaron el camino, y los gritos de a quienes alcanzó prematuramente el destino, así mis palabras resonaran en tu existencia, haciendo eco de aquello que no supiste conservar. Justicia divina, tardía pero certera. Por lo pronto me libero de estas ataduras de delicada esencia, arranco la venda que cubría la luz del sol. Una vez más soy libre. Pero esta libertad tiene un sabor amargo, pues las nubes grises de nuevo despiden un perfume de mujer, mientras el dulce verdugo del instante ya ocurrido decide sentarse a observar.

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