Mi reloj estaba parado, pero el tiempo había seguido su lenta e incansable marcha, se había mantenido indiferente a mi opinión y simplemente me ignoró cuando le pedí que se detuviera, que por favor me dejara estancado en lo que ahora solo es un recuerdo guardado en el tesoro de mi memoria. Pues no quiero enfrentar lo inevitable: Crecer.
Pero ya es tarde. La persona que veo reflejada en el espejo ya no es el mismo niño alegre, juguetón y de vida fácil que en un pasado fuí, no, ahora es el muchacho confundido, temeroso de la vida y del futuro que soy ahora, ese muchacho que me mira con la misma expresión triste que yo trato de ocultarle, ese soy yo. Ese muchacho que se aferra a un instante con todas sus fuerzas, como si su vida dependiera de ello; que le pide a la vida que no lo empuje hacia el abismo de la madurez, que sueña con ilusiones confusas de si mismo, que daría años de su vida por revivir un segundo de la misma.
A lo largo de estos turbulentos años de adolescencia he cambiado mucho, y no solo físicamente, pues mi manera de pensar es muy distinta a lo que en mi niñez fué. Lo que antes me parecía simple ahora me parece enredado, lo que antes me parecía enredado ahora me resulta incomprensible y lo que antes me resultaba incomprensible ahora me parece simple.
Pero el tiempo no solo me ha cambiado a mi, pues las personas que conocí de niños han crecido conmigo, sufriendo las mismas molestias e inquietudes del crecer, sintiendo lo extraño y maravillosamente misterioso de esta edad. Ellos, al igual que yo, también libran sus propias batallas, pues con el tiempo han aprendido que todo en esta vida tiene un precio que solo se paga con esfuerzo y dedicación; con sacrificios y luchas , unos más pequeños que otros y otros incluso insignificantes.
Como sea, aún tengo miedo de crecer, de enfrentarme al mundo real y mirarlo cara a cara pues no estoy seguro de que podré soportarlo, siento que de una mirada me destruirá y hará pedazos mis esperanzas y sueños, y después de eso solo se reirá de mí en mi propia cara.Por esa razón yo sigo luchando contra el tiempo, aunque mi lucha parece inútil, pues el tiempo aún me ignora por mas que sigo pidiéndole que se detenga,por mas que sigo reclamándole que va avanzando muy rápido,por mas que le argumento que mi reloj se detuvo y no lo noté pasar, por mas que le hago saber que no es justo que en un abrir y cerrar de ojos me haya forzado a dejar los juguetes para pasar a las dudas, al miedo, a la confusión (a crecer); lo sigo culpando de mis desgracias, de mis desilusiones, de mis tristezas, de mis decepciones, en fin, lo sigo culpando de todo lo malo que va aconteciendo en mi vida; sin agradecerle todo lo bueno que también en ella ha pasado.
Ahora creo que sería mejor abandonar mi lucha y rendirme al destino, aceptar, como todos a mi alrededor, que el crecer es inevitable; aprender de la manera más dificil que el tiempo y el crecer no tienen la culpa de lo que me sucede, que ellos solo se conjugan en momentos, momentos que al juntarse dan forma a una vida, la cual tiene el potencial de ser bella u horrible, todo depende de lo que con ella hagamos, ellos nos dan la posibilidad de moldearla a nuestro gusto y nos muestran de manera cruel que lo que no evoluciona sucumbe debido a su misma inadaptabilidad.
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